Por Celia Mesías
La ciudad de San Nicolás siempre estuvo poblada por gente muy peculiar, pero estamos tan acostumbrados a convivir con ella, que no nos damos cuenta de su singularidad; esta es la historia de un pequeño “gran” personaje llamado Humberto que nació en San Nicolás en la primavera de 1935, en el seno de una familia de clase media, era el 4 hijo, su padre trabajaba en el puerto, su madre fue una abnegada ama de casa que se dedicó a educar con paciencia y enorme cariño a sus niños.
La ciudad de San Nicolás siempre estuvo poblada por gente muy peculiar, pero estamos tan acostumbrados a convivir con ella, que no nos damos cuenta de su singularidad; esta es la historia de un pequeño “gran” personaje llamado Humberto que nació en San Nicolás en la primavera de 1935, en el seno de una familia de clase media, era el 4 hijo, su padre trabajaba en el puerto, su madre fue una abnegada ama de casa que se dedicó a educar con paciencia y enorme cariño a sus niños.
"Humbertito" al año tenía una estatura de apenas 60 centímetros, cosa que no le afectaba para
desarrollarse en los otros aspectos de su infancia, de igual modo, su madre,
preocupada, lo llevo a la consulta del médico, quien luego de realizarle
algunos estudios, confirmo el diagnóstico; el pequeño padecía de un
retraso de crecimiento producido por una deficiencia en la glándula Hipófisis,
iba a ser enano.
Fueron pasando los años y el chiquillo fue conocido con
el mote de “el enano Humberto”, era inquieto, pícaro y decidido, jamás se sintió
inferior a sus pares. Saltaba, jugaba a la pelota, trepaba árboles, cazaba
pajaritos, junto a su numeroso grupo de amigos, por ser leal y fiel a la barra.Cuando le toco atravesar por la pubertad y adolescencia
fue enamoradizo y osado; a pesar de no medir más de un metro treinta, “el Enano”
tenía mucha aceptación con el sexo opuesto, tal es el caso, que llego a tener 3
novias al mismo tiempo.
Como no le gustaba estudiar, repitió 4 veces primer año
del secundario, por lo cual, sus padres decidieron, cuando cumplió los 18 años,
mandarlo a trabajar.Comenzó su trajín
laboral en una panadería, como debía entrar a las 5 de la mañana, se quedaba
dormido arriba de las bolsas de harina. El dueño cansado de encontrarlo
roncando sobre la materia prima, lo despidió.
Empezó a trabajar en una zapatearía hasta que a los 3 meses fue
sorprendido sacando unas sandalias rojas para regalárselas a una de sus novias
de turno y lo expulsaron del puesto. Así recorrió todos los rubros laborales.
Cuando tenía 23 años debió contraer primeras nupcias al
dejar embarazada a una de sus novias y ser amenazado de muerte por el abuelo de el inocente, si no cumplía
con su deber de hombre de honor. Lo cual lo llevo a conservar su quinto trabajo en SOMISA, de pañolero, y lo forzó a quedarse definitivamente
en el hasta su jubilación.
Como era de imaginarse, se separó de su esposa con la que
tuvo 3 hijos, luego de 5 años, la abandono para irse con otra hermosa doncella
que lo cautivo con sus encantos. Con ella, duro menos que con la primera y después
de tener 2 hijos se fue detrás de las polleras de otra buena moza.
Al margen de sus dotes de conquistador, siempre fue un
vecino muy amable, educado y conversador; se lo veía siempre parado en frente
de alguna casa, charlando con alguien, le encantaba recorrer las calles de la
ciudad con aires de don Juan y ayudar al vecino en apuros o “consolar” a la
vecina, si ella así lo reclamaba. Lo que lo llevo a más de una pelea y se ganarse unos cuantos golpes.
Pasaron los años, Humberto fue sintiendo los dolores que
trae la vejez, así es que decidió a los 65 años ya no cambiar de compañera,
luego de haber tenido 6 parejas, 12 hijos y muchas, muchas “queridas” en su
haber.
A pesar de ser un picaflor, paso a la historia como “el enano Humberto,
un conquistador”.
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