miércoles, 26 de junio de 2013

Una clase con Javier Tisera

Por Beatriz Alicia Buonocore

Las 18;30 marcan las agujas de mi reloj pulsera. El pizarrón verde llamaba la atención, estaba escrito con letras demasiado grandes que habían quedado impresas desde el turno tarde.
Nosotros conversábamos diferentes temas mientras esperábamos que el profesor entre a la clase. Él estaba hablando fuera del salón con un alumno de otro curso, parecía interesante la conversación, estaban muy concentrados en ella.
Era una tarde muy calurosa y en el patio se veían muy pocos alumnos, creo que muchos habían faltado por el clima.
La primavera comenzaba a asomar. El ventilador no tiraba demasiado aire, hacía poco tiempo que se había encendido. El sol desplegaba por la ventana sus últimos rayos del día.
La mayoría de las veces alguien llegaba tarde, pero ese día estabamos presentes todos. Nadie faltó; la clase era interesante y a la mayoría de nosotros nos gustaba escucharla. Se aprendía mucho por los conocimientos e información que nos daba "el profe" en cada una de ellas.
Mientras esperabamos, cada uno de nosotros estaba en lo suyo, uno mirando un libro, otro leyendo un cuaderno, alguien tratando de subir la velocidad del ventilador y el resto estábamos entusiasmado en un diálogo delirante, como de costumbre, nos divertíamos mucho hablando de "bueyes perdidos". Luego de 4 o 5 minutos, entró Javier, el profesor. Como todas las clases, saludó con un "buenas tarde" que contestamos de igual manera, pero sonó como un cántico de primaria. Se sentó a firmar el libro de asistencia mientras que nosotros callábamos, esperando el comienzo de la clase. Siempre nos urgía la curiosidad de saber de qué tema hablaríamos, ya que empezábamos uno y enseguida nos íbamos por la tangente, pero así eran sus clases.
El profesor Javier Tisera es un hombre a los que llamamos "bohemio", un soñador, un idealista, una persona que vive al margen del común denominador de la sociedad. Alguien a quien no le importa su status social. Es alguien que posee sensibilidad hacia las cosas bellas de la vida, por más sencillas que parezcan. Una persona que gusta de la música, especialmente el tango. También del arte, de la poesía, alguien a quien le agrada filosofar sobre la vida. Es una persona que puede disfrutar de una cena en un lugar lujoso o un humilde hogar. Es aquel que escucha a su semajente y da una opinión.
Tampoco se preocupa por la vestimenta, tanto se lo puede ver con un elegante saco y pantalón, como un informal jean. Su barba es larga, en épocas desprolija porque está más allá de toda norma estética. Esa tarde, estaba de jean y chomba rosada, barba y cabellos crecidos que le tapaban el rostro  y lucía un par de lentes que lo hacían intelectual. Dejó la lapicera sobre el banco y se paró. Comienzó a caminar de un lado a otro, a hablar; había comenzado la clase. Explicaba el tema del día. Se tocaba la barba como acariciándola . De repente, dijó una palabra sobre la cual alguien preguntó : "¿qué quiere decir cohesión?". Nos miró a todos como esperando que alguien respondiera. Nadie dijo nada, es que no lo sabiámos.
Él lo explicaría hasta que todos lo entendiéramos sino, no seguiría su clase. Después de explicarlo 2 o 3 veces, comenzó a enojarse. No lo entendíamos, todos lo mirábamos. En ese momento, tomó a Gaspar de su brazo y lo llevó al frente, luego señaló a Romina y la puso al lado, más tarde a Tamara, que la puso junto a ella. El se ubicó entre Gaspar y Romina y dijo: "esto es cohesión", tomando una posición, en la que simulaba la unión.  De esa manera, explicó que quería decir esa palabra  que nadie supo explicar. Fue muy divertida la expresión física que tomó para que entendierámos, tanto que no lo olvidé y me vino a la memoría para contarlo. Su explicación habrá durado unos pocos minutos, pero alcanzaron como para sacarle una foto que hoy puedo mostrar, corroborando lo contado. La clase fue amena, entretenida, me atrevería a decir una de las mejores.
Cuando terminó la hora, seguíamos todos hablando del tema, opinando, preguntando, quedaba mucho por decir, pero deberíamos esperar a la próxima y hasta la semana venidera, no sería.


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