jueves, 18 de abril de 2013

Mi Primer Caña de pescar


Por Tamara Sanchez

Cuando creí que San Nicolás era más de lo mismo, una ciudad conservadora y aburrida, recordé su belleza.
Es imposible nombrar a San Nicolás y no hablar de su río. Todos los nicoleños tienen una historia relacionada con él, no puede pasar inadvertido, y yo no soy la excepción.
En una de mis travesías descubrí que ya no tenía miedo al agua, ni a la isla y lo que podía encontrar en ella. Ese viaje a través del Paraná me llevó a momentos vividos en mi infancia, recuerdos que habían quedado guardados en algún lugar de mi memoria. Levantarse los domingos, preparar la caña de pescar (mi primer caña de reel), disfrutar una tarde en familia y ni hablar de las divertidas sobremesas.
Recuerdo la vez que estrené la caña, estaba muy emocionada porque había sido un regalo muy especial para mí. Mi papá la preparó y le puso la carnada, una pobre anguila que minutos después estaba volando por el aire y cayendo sobre el agua. Esperé algunos minutos, nada movía la boya. Más tarde noté que la caña se agitaba y corrí emocionada para traer mi presa.
Cuando ya casi podía sentir el olor de mi primer pez algo cambió todo, las piedras del barranco engancharon la tanza y ayudaron a escapar a mi pieza, una gran boga. Estaba decepcionada, luego de varios segundos de reflexión entendí que no era tan grave, después de todo odio comer pescado.
No hay momentos más especiales que los que viví en mi infancia, por eso si tengo que hablar sobre lo hermoso de San Nicolás lo primero que invoco son esas memorias.
Esto es San Nicolás, una ciudad con muchos años de historia, paisajes hermosos y, sobre todo, una gran familia. Sé que no es original, pero mi ciudad es “una ciudad con alma de pueblo”, por eso se destaca y por eso no la cambiaría por nada.



No hay comentarios:

Publicar un comentario