lunes, 24 de junio de 2013

El mismo lugar, 15 años después

Por Mariano Misere


Qué difícil es hablar de las casualidades, ¿existen o no?. Les voy a contar una historia y ustedes dirán: allá por el año ’98, vine a vivir a la ciudad de San Nicolás, más bien me vine a la céntrica. Yo vivía en un pueblito ubicado a unos cuarentas minutos del centro, pero ojo, aclaro que soy nicoleño y por situaciones personales me tocó nacer, irme y después volver. En fin, en el centro todo era nuevo para mí. Sí, te aseguro que es muy diferente: los ruidos, la gente, la locura de los conductores de autos andando a toda velocidad, las salidas de los chicos de las escuelas, el amontonamiento y todo lo que te puedas imaginar, pero otra no quedaba porque las vuelta de la vida dijeron que tenía que estar en la ciudad y acá es donde empezo a pensar si fue o no casualidad.
Como te decía, por el año ’98 cuando volví a San Nicolás empecé a cursar 4to grado en la escuela N° 1 "Melchor Echague", un edificio de dos pisos con más de cien años de historia,  con patios grandes, cancha de básquet y un patio en el fondo previo a los salones de la primaria, muy lindo. A uno de esos salones iba yo. Hasta acá podrán preguntarse "¿qué quiere contar?. Está loco, ¿qué tendrá que ver la casualidad y demás?". Esperen, ahí les cuento. Resulta que unos años más adelante, precisamente en el 2010, recién terminado el secundario tenía que pensar qué iba a hacer de mi vida o, mejor dicho, qué iba a estudiar, porque esa era una fija, no por mí pero en casa eso me exigían. Leyendo el diario local “El Norte” veo un aviso que decía así: "Abierta la inscripción para cursar 1er año de la carrera de Comunicación Social en el Instituto Superior de Formación técnica N° 178. De tarde, de 18 a 22 hs.". Lo pensé unos segundos, lo comuniqué a mi familia y me anoté. ¿Dónde era? En el mismo lugar donde había cursado 4to grado, en Francia 82 entre Mitre y Belgrano. Y esperá, que esto no es todo. Me avisan cuando arranco, llega el momento y voy para el salón; y acá me detengo y vuelvo al principio. No sé si fue casualidad, si al diario me lo mando Dios o quien, pero no te puedo explicar la alegría que me dio volver a ese lugar de cuatro paredes con un pizarrón, muchas sillas y mesas, donde cursé 4to grado. Así que ahora, ustedes díganme, si no fue casualidad ¿qué fue?.


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