Por Celia Mesias
Son las 3:45 de la madrugada, José otra vez, salta de la cama sudando frío, asustado al vivenciar el sueño recurrente que lo atormenta cada tanto. No es para menos, al repetir las escenas de las batallas vividas en Malvinas, el frio le penetra los huesos, un poco por el clima de la región, otro poco por el hambre, ya que la comida más sustanciosa la ingirió hace ya unos cuantos días.
Son las 3:45 de la madrugada, José otra vez, salta de la cama sudando frío, asustado al vivenciar el sueño recurrente que lo atormenta cada tanto. No es para menos, al repetir las escenas de las batallas vividas en Malvinas, el frio le penetra los huesos, un poco por el clima de la región, otro poco por el hambre, ya que la comida más sustanciosa la ingirió hace ya unos cuantos días.
Recuerda la bronca y el rencor con el que
convivía a su regreso a san Nicolas después de la guerra, por la derrota y por los amigos perdidos. Pensaba
a veces si se encontraba con algunos de ellos tomar revancha, desquitarse
tanto dolor.
En estos sueños, evoca
la adrenalina que sentía cada vez que cumplía alguna misión. Su cuerpo y mente
reviven ayudados por la noche, aquel episodio del 8 de junio de 1982, cuando 3 de sus camaradas perecieron al ser
interceptado el avión en el que se encontraban por 2 aviones Sea Harrier. Uno de
esos vehículos era piloteado por el oficial James Holme, dirigente de la flotilla
y el otro protagonista de esta historia.
Nuestro personaje se casó
con la mujer de su amigo y compañero de batalla, Luis, quien falleció heroicamente
el 1 de mayo de 1982; la vida familiar para jose, fue su sostén y mitigo sus
pesares gracias a ella.
En 1988 un periodista lo entrevista sobre el combate donde José cayo con su
avión. Allí se da cuenta que conoce a la otra parte, de aquel momento, el oficial condecorado por su
labor en combate James Holme. El escritor trata de persuadirlos para que se acerquen
y puedan exponer sus diferentes puntos de vista; José se niega, rotundamente. Era
inadmisible tener en frente al asesino de sus compatriotas; de igual modo se
compromete, en esa oportunidad, a pensarlo.
Luego de algunos días en los que conversa el
tema con su abnegada compañera de vida, siente que sería terapéutico expiar sus
fantasmas de una vez. Pronto se pone en contacto con el periodista y acepta
su propuesta, concretan el encuentro con su antiguo enemigo inglés,
aprovechando un viaje de trabajo cerca de donde se hallaba viviendo James
Holmes, en Inglaterra.
Al principio se sienten
muy incómodos los dos, pero con la ayuda del periodista, su amigo en común, lograron una reconciliadora charla donde comprenden que “los
otros” también comprometieron sus vidas en el desempeño del deber y que estaban
obligados a ello. Todo termino en una amena y respetuosa conversación de bar.
Para las festividades de
fin de año, José recibió una tarjeta de felicitaciones de James Holmes en manifiesto signo de aproximación, la cual José responde con una llamada telefónica donde
se acuerda un cercano.
Cuatro meses después, José
viajo a Inglaterra con su esposa para encontrarse con James en su casa y
entablaron una hermosa amistad a partir de ese momento.
Actualmente, cambian
fotos familiares por Facebook, charlan de sus nietos y proyectos, además de
encontrarse cada tanto para disfrutar de gratos momentos juntos.
A veces duros hechos de
la vida que nos tocan atravesar, solo son períodos de transición que nos conducirán
a cosas maravillosas en el futuro. Todo es aprendizaje, todo cambia, si tenemos
paciencia y fe para llegar a la culminación de cada historia.
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