Por Emilia Barbaro
La ciudad estaba movilizada,
todos corrían para que nada quede librado al azar. Esa calurosa mañana, el
corte de la cinta inaugural abriría paso a un viaje esperado. Y así fue, el 3
de febrero de 1884, después de semanas de preparativos, el intendente Argerich
brindó un discurso que dio inicio al acto de inauguración de la estación ferroviaria
en San Nicolás.
Todos pudieron presenciar este
hecho que quedará en la historia de nuestra ciudad, gracias a una comisión
integrada por vecinos que presentó, semana antes, una solicitud para que los
comerciantes cierren sus locales desde las diez de la mañana de ese 3 de
febrero hasta el día siguiente. Ellos fueron trasladados en un expreso que la
empresa del ferrocarril prestó para que nadie se pierda ese momento histórico.
Pero eso no terminaba ahí,
luego del acto los ciudadanos nicoleños estaban invitados al baile en el salón
de la Municipalidad de San Nicolás. Allí los esperaba un banquete de carne con
cuero, que dio de comer a unas 300 personas.
Los festejos duraron hasta
altas horas de la madrugada, era una verdadera fiesta. De otra forma no se
podía celebrar el inicio de la línea ferroviaria que conectaría a esta ciudad
con las localidades vecinas. Transportaría cargas, no pasajeros, salvo en
algunas ocasiones especiales como los peregrinajes a la ciudad de Luján.
Esta línea, varios años después
de su inauguración, fue participe de la llegada del presidente Dr. Ramón S.
Castillo a la celebración del 90º Aniversario del Acuerdo de San Nicolás.
Pasaron dos años desde la
visita de Castillo, cuando Juan Domingo Perón, después de su llegada en barco a
San Nicolás decidió volver hacia Buenos Aires en este tren, por lo que debieron
acondicionarlo nuevamente para transportar pasajeros.
Fue una gran época la de la
estación de carga, el edificio era imponente y arreglado casi perfectamente
para deslumbrar a quien visitaba esta ciudad. Hasta que en 1960 comenzó la
decadencia. La línea San Nicolás – Pergamino había sido clausurada, generando
una baja en la actividad económica de la estación de cargas, que provocaría su
fin. Hoy, en su lugar, manteniendo el mismo edificio, funciona una escuela,
quedando la estación por siempre en el recuerdo.
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