lunes, 13 de mayo de 2013

" El Tumbaito", donde la ropa tenia su lugar

Por Mariano Misere

Un día normal, pasada las seis de la tarde, me encontraba caminando hacia el centro de la ciudad cuando llegando a Italia y Nación, mas precisamente en Italia 33, donde hay un estacionamiento, veo un hombre de unos 80 años mirando perdidamente hacia el lugar. Sinceramente me deprimía mucho verlo así, dudaba si me animaría hablarle o no, tomé la  decisión y le pregunté si necesitaba ayuda. La respuesta fue inesperada para mi, por muchas cosas, me dijo: 
-Gracias por preocuparte, nene. No pasa nada, estoy esperando a mi nieta que está haciendo danzas acá al lado, en la Sociedad Italiana y recordaba este lugar como lugar de mi infancia, yo  era muy amigo de todos los que trabajaban acá.
No sabía qué hacer. Pensaba que si seguía preguntando iba a quedar muy molesto, pero me dije que no podía no hacerlo.
Dígame ¿que había acá?, le dije 
- Acá estuvo el primer lavadero de la ciudad, "El Tumbaito". "El Tumbaito" fue el primer lavadero de la ciudad, lo fundó una familia de apellido Mora, Miguel Ángel se llamaba el padre. Me acuerdo que tenía cuatro hijos, tres varones y una  mujer, me contestó.
-¿Se acuerda los nombres?, le pregunté aunque ya sabía cómo venía la mano.
- Si, recuerdo que se llamaban Roberto, Carlos, Rubén y Virginia. En este lavadero pasé muchos momentos lindos con los hijos de los hijos de los dueños, ¿me entendés?.
Yo entendía todo a la perfección pero la idea era seguir investigando sobre el lavadero y escuchar a Don Gómez, que se emocionaba muchísimo con cada palabra que decía. Entendia todo porque soy descendiente de los dueños del lavadero, por eso el orgullo me llevó a querer seguir escuchando a Don Gómez hablar sobre mi tatarabuelo.
- Cuénteme más, señor, me gusta todo lo que sabe, le dije un tanto ansioso.
- Bueno, a ver que más me puedo llegar a acordar. Recuerdo que el reparto lo hacían en caballo, por ejemplo.
¡Yatasto!, pensé para mis adentros, pero igual le pregunté:
- ¿Cómo en caballo?
- Si, en el caballo Yatasto, me contó.
Se acuerda todo dije. Estaba muy emocionado. Y el siguió contando:
- Había una lavadora industrial de unos 50 kgs, adelante una para lavar cualquier clase de ropa y me acuerdo que en ese tiempo los del batallón de zapadores, algunas clínicas y bares traían a "El Tumbaito" la ropa para lavar. Después de un tiempo, se instala la tintorería donde trajeron las máquinas de limpiezas al seco y las planchas para los trajes. 
Lo miraba y no podía creer todo lo que sabía este hombre del lavadero y de la familia, obvio, mi familia. Pero me tenía que ir, por eso le hice una última pregunta:
- ¿Sabe usted porque "El Tumbaito"?, le pregunto.
- Nene ¿cómo no voy a saber?, me contestó riéndose. "El tumbaito" aparece en un cuadro que tenía Mora que reflejaba la foto de un negro africano, y así fue que se le ocurrió ponerle ese nombre. 
Cuando terminó le conté mi verdad. Le dije: "Bueno Don Gómez, me voy a retirar pero antes le voy a decir algo. Yo soy tataranieto de Miguel, bisnieto de Virginia".
Se quedó mudo. Creí que había metido la pata, pensaba "ya veo que ahora me sale con un martes trece y me dice que pague la deuda que la familia Mora tiene con él". Pero las palabras de Don Gómez fueron muy claras, hasta -te digo- casi me emocioné, me mató. Me dijo que era un privilegiado por ser parte de esa familia y que "El Tumbaito" era el lugar al que iban todos los chicos de la década del ´60. Además, me dijo que siempre trabajó muy bien y se despidió dándome un abrazo.
Don Gomez, ese hombre grandote de bigotes, vestido de traje, me hizo pensar cuan importante puede ser un pequeño lugar en la vida de uno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario