lunes, 27 de mayo de 2013

Cuando Darwin visitó San Nicolás

Por Emilia Barbaro

El primaveral mes de septiembre estaba dejando su paso en el calendario, y fue en ese momento, en sus últimos días, que trajo a San Nicolás una visita inesperada.
El 29 de septiembre, Charles Darwin continuaba con su recorrido por el país. Ya había pasado por algunas ciudades de la provincia de Buenos Aires cuando, dirigiéndose hacia Santa Fe, hizo un cruce inevitable por la Ciudad del Acuerdo.
Fue en esta localidad que observó el Río Paraná, quedando fascinado por la enorme distancia que recorría este caudal de agua dulce y el inmenso territorio que a su paso regaba.  En su visita, no solo destacó la colosal rivera, sino también la extensa y llana pampa húmeda que se extiende a lo largo de incontables leguas al norte y al sur de San Nicolás.

No sé si algún otro viajero pudo ver así la ciudad, pero el naturalista inglés Charles Darwin, solo tuvo palabras de elogios para describir nuestra geografía. Eso que hoy nosotros sólo vemos como un extendido pastizal y un caudaloso y profundo río.
Nadie lo esperaba, ni él mismo tenía conocimiento de la existencia de este lugar en el mundo. Su visita fue sorpresiva para los pobladores, pero también para Darwin, que no podía explicarse a sí mismo tantos kilómetros de llanura y río.
Muy pocos saben de esta visita ocurrida en 1833, cuando la ciudad recién empezaba a poblarse. Pero es algo que enorgullece y enaltece a San Nicolás. Y que debería, también, poner a la ciudad en un compromiso, porque ese lugar que hoy vemos como cotidiano, como parte de nuestra rutina y que cuidamos tan poco, fue, en un momento de nuestra historia, alabado por Charles Darwin, con todo lo que su nombre conlleva.

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