martes, 7 de mayo de 2013

Pasión y entusiasmo van de la mano

Por Emiliano Alegrini

La pelota dentro del círculo esperando ser acariciada por ese botín lustrado de cuero negro. Suena el silbato comienza el partido. Ella gira deslizándose por el suave y acolchonado césped de ese buen campo de juego, el color de las dos hinchadas invaden su recorrido el  bordo por un lado y el negro con blanco por el otro esos papelitos que demuestran la alegría y el buen clima futbolero.
Los equipos se enfrentan por la posesión del balón, las miradas se cruzan, los roces comienzan, pero ella sigue siendo trata de con amor. Al menos eso es lo que siente mientras baja desde el cielo luego de un rechazo y con un movimiento defectuoso es matada de pecho por el jugador "Pañero". La gente aplaude el clima se empieza a sentir y ella baila al compás de los bombos y trompetas, tras los cantos de ambas hinchadas.
El arbitro mira el cronómetro, el primer tiempo estaba llegando a su fin, ella gira sobre la banda izquierda y él corre por detrás. La toma, puede sentir el cansancio en sus piernas pero eso no le importa, el agite y la adrenalina corren por sus venas. El aliento, con su apodo “Loquillo”, lo hizo mas fuerte. Ataca a la defensa bordó sin importar  las diferencias físicas, se quita dos marcadores de encima y entra al área; el arquero lo observa fijamente y duda, él levanta su vista para colocar el balón; el portero sale tratando de evitar lo que todos ya sabemos; él la tira larga, logrando dejarlo un poco mas atrás, se decide y patea. Fue un flechazo directo al arco y ella entra topándose con la red, la gente explota de felicidad y festeja: el gol del Club Social y Deportivo La Emilia había llegado extendiendo el marcador.
Pero lo que nadie observó fue que el joven debutante, con tan solo 14 años y a un día de su cumpleaños, había sido alcanzado por ese veterano portero. El golpe en su rodilla derecha le produjo rotura de meniscos y distensión de ligamentos cruzados. Se podía apreciar en su rostro el dolor que sentía, tomándose la pierna,  que a la vista estaba en una posición no habitual. Ingresan los médicos y él llora de dolor; la hinchada desata una ola de aplausos por su buen juego y él, con mucho dolor y sufrimiento, levanta su pulgar dándoles las gracias.La Emilia termina ganando el partido con ese único tanto.  
Esta es la historia de un joven deportista nicoleño, que demostró que no solo los grandes hacen o tienen anécdotas gloriosas, sino que uno mismo en su vida va creando su propia historia de gloria, como dijo el más grande “la pelota no se mancha”.-

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